Amenazas a la libertad religiosa

06/Jun/2011

El Observador, Correo de Ideas

Amenazas a la libertad religiosa

5-6-2011
ACEPRENSA
La Academia Pontificia de Ciencias Sociales estudió en su sesión plenaria concluida el 3 de mayo la cuestión de la libertad religiosa, las amenazas que pesan sobre ella y los modos de defenderla.
La profesora estadounidense Mary Ann Glendon, presidenta de la Academia y profesora de la Universidad de Harvard, resumió al final de los trabajos las principales ideas expuestas.
En su intervención, Glendon identificó cuatro tipos de amenazas a la libertad religiosa. “El primero es la amenaza típica de la coerción del Estado y la persecución de los creyentes. La segunda serían las restricciones estatales a la libertad religiosa de las minorías. La tercera, las presiones sociales sobre las minorías religiosas, que pueden estar sancionados o no por el Estado, pero que en cualquier caso restringen las libertades de esas minorías. Y la cuarta sería el crecimiento del fundamentalismo secular en los países de Occidente que consideran a los creyentes como una amenaza a la política secular y democrática”.
Sobre el estado de la libertad religiosa en el mundo, Glendon citó los resultados del estudio más extenso y reciente sobre el tema, realizado por el Pew Forum on Religion and Public Life. Según este estudio, cerca del 70% de la población mundial vive en países que imponen “fuertes restricciones” a la libertad religiosa, que en gran parte recaen sobre las minorías.
En países que imponen restricciones entre bajas y moderadas a la libertad religiosa, figuras influyentes de los medios de comunicación, de la vida académica y de la vida pública a menudo presentan la religión como una fuente de división social, y tratan la libertad religiosa como “un derecho de segunda clase que puede ser postergado por otras reclamaciones e intereses”.
Otro tipo de presiones intentan confinar a la religión en la vida privada, lo cual puede conducir a considerar el laicismo como una “religión” oficial de hecho.
Frente a la creencia de que la religión es un factor de división social, por lo que debe ser controlada para favorecer la paz, Glendon advirtió que las ciencias sociales no avalan tal idea. Un creciente volumen de investigaciones demuestran que “la influencia política de la religión es de hecho bastante diversa: a veces contribuye al conflicto, pero a menudo promueve la democracia, la reconciliación y la paz”. Algunos estudios -dijo- “indican que la violencia tiende a ser mayor en sociedades donde se suprime la práctica religiosa, mientras que la promoción de esta libertad realmente favorece la causa de la paz al reducir los conflictos interreligiosos”.
Después Glendon hizo notar que el tradicional sesgo antirreligioso de las elites está siendo cuestionado. Muchos pensadores han creído que una sociedad libre puede ir adelante sin religión, y que cuanto más se confine la religión en la vida privada, más libre será la sociedad. Sin embargo, “la creencia en la capacidad de la democracia para generar las virtudes cívicas necesarias en sus ciudadanos fue sacudida por las catástrofes del pasado siglo XX”.
Así, una de las conclusiones del trabajo es que “la democracia depende de la cultura ética, que a su vez depende de las instituciones de la sociedad civil, que son semilleros de virtudes cívicas”. La libertad religiosa debe ser siempre respetada, pero Glendon advirtió que no hay un único modelo que sirva para todos los países, pues cada sistema es consecuencia de su historia y sus circunstancias. El hecho de que no haya un único modelo para todos los países no implica negar que la libertad religiosa sea un derecho universal. Más bien, dijo la profesora, “hay que reconocer que debe haber espacio para un grado de pluralismo que permita que la libertad religiosa y otros derechos humanos fundamentales sean respetados bajo diversas circunstancias culturales”.